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A la memoria del poeta y amigo David Madariaga. A  25 años de desaparición física .

REUNIÓN

 

 

                  "Oh, no preguntes qué es                  

                  vayámosnos a hacer nuestra visita."

 

                                           T.S. Eliot

 

Han puesto un ala gigante de mariposa

sobre el tren como bandera

y han decidido venir

han tomado sus alforjas

cargadas con la luz vespertina y tranquila

de las provincias

y otros la luz opaca de los lunes

tristes de la urbe.

 

Han echado tardías prehistorias e infancias

y animales fantásticos de esas infancias

por los cuales la fauna

se hizo invulnerable

 

Los vagones rebosan

con las guirnaldas polícromas

de bellas mujeres insulares

con el corpulento árbol de Líbano

los profundos y deliciosos ojos de Alicia

el sombrero irreverente de Charlot

y los fuegos de obús

cantados por Apollinaire

 

Ellos tienen sus corazones

habitados de frutas y palmeras

y el cabello oculto de amores y nostalgia

 

Han partido tras el vuelo

de avecillas gaseosas

la máquina levantando un polvo transparente

que hecho canción fue a posarse

muy quedamente

sobre las hojas que tupen los cercos

 

Ellos son más incontables

que todos los sueños de la Tierra

su sexo múltiple

su credo y su color único

 

En los carros revolotean sus ojos

ajenos al baile de hoy a las cinco de la tarde

ajenos al desgarramiento atroz

que sufríamos corriendo tras un bus

o soportando todas las hambres

como mares secos

 

En esos carros en que se hojean diarios amarillos

que sueltan sangres seculares y batallas

y se miran negligente pero amorosamente

los habitantes de Macondo

arrastrando un halo perdidoso como los muertos

que nunca se murieron aunque llegaron sin vida

en otro tren a la playa

 

Aquí vienen los abuelos

abanicados por fantasmas y novias postergadas

 

Los que dejaron su casa

para morir por amor y por dolor

en cruces extranjeras

 

Tantos hombres de tristes figuras

atribulados de entuertos galeotes y bachilleres

 

El obrero de Lima

con su reumatismo sacramental

la vendedora de flores de Bogotá

el niño ambulante al que San Salvador

provee de modernas pesadillas

la carretonera de Managua

parada frente al lago por mucho tiempo

mirando los muertos del terremoto

muchos de los cuales tienen su asiento aquí también

los saqueadores de Sao Pablo

hablando con un poeta querible y barbado

que cantó a la Barca de Brooklin

y a una rara mujer de una ciudad extraña

el muchacho mesiánico

que encendió todos sus fuegos para cambiar la vida

y en París se dio cuenta de su estación en el infierno

 

Tantos otro muchachos

que no tienen nombre sin que eso importe

 

La sonrisa

los voladores que salen del alma

para hacerse sonidos e imágenes

enloqueciendo la tinta

el amor precipitado y a deshora

la calma por la cual el paraíso es intuible

y pone en los ojos las extraordinarias naves

del cielo  y el mar

 

La embriaguez

y sus desaforados sueños

sus taxis y sus largas cuentas

 

Pero más que eso

colma los carros una savia

que nos es común

una savia de saber que somos los elegidos

de esta reunión

una savia obligada a recorrer estrechas venas

y que un día revienta y lo inunda todo

hasta ahogar a todos los insectos

del aire filoso

 

Y es que para el espacio

que esta noche destiné a cierta gente

he dispuesto todas las canteras celestes

todas las aguas purificadas

por mis crucifixiones

las mesas largas y

el tiempo que le quede al universo.

 

David Madariaga

 

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